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MensajearCiudad de México, a 10 de julio de 2024.- Como si fuera una adaptación mexicana de la obra de George RR. Martin, el dirigente nacional del PRI, Alejandro Alito Moreno, hizo movimientos al interior de su "reino político" para reformar al partido y lograr con ello no sólo su permanencia, sino también la posibilidad de reelegirse y estar ahí hasta el 2032.
Lo que hizo Alito Moreno fue garantizar las lealtades de las cabezas de sectores y organizaciones de las cuales se alimenta el PRI, como son la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), la Confederación Nacional Campesina (CNC), la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), el Movimiento Territorial, el Organismo Nacional de Mujeres y el organismo Red Jóvenes por México.
Asegurar esa lealtad fue mediante dádivas, pero no de despensas desde luego, sino de puestos en cúpulas políticas. Ejemplo de esto es que la líder de la CNOP, Cristina Ruiz, tiene una curul en la cámara de diputados; Leticia Barrera, cabeza de la CNC, obtuvo lo mismo; mientras que la dirigente del Organismo Nacional de Mujeres, Xitlalic Ceja, será diputada federal.
Estas personas son relevantes porque el PRI ha incluido desde su lejano origen a principios del siglo XX a los sectores y organizaciones, además de los comités directivos nacional, estatales y municipales, el Consejo Político Nacional y la Asamblea Nacional.
Pero queda la cuestión de la disidencia, que Alito Moreno silenció de un modo sencillo: en las organizaciones donde los representantes no estaban de acuerdo con los movimientos y no asistieron a la XXIV Asamblea Nacional del domingo, fueron reemplazados por personas leales, que votaron a favor de las reformas.
