Compartir
Twittear
MensajearCuiudad del Vaticano, 27 de junio del 2025.- Durante la misa celebrada este viernes en la basílica de San Pedro con motivo del Jubileo de los sacerdotes, el papa León XIV se dirigió a los miembros de la Iglesia con un llamado a la unidad. En su homilía, expresó que “en un tiempo de grandes y terribles conflictos“, “no hay lugar para divisiones ni odios de ningún tipo”.
El pontífice explicó que “en un tiempo de grandes y terribles conflictos, que el amor del Señor, del cual estamos llamados a dejarnos abrazar y moldear, es universal, y que a sus ojos -y por tanto también a los nuestros- no hay lugar para divisiones ni odios de ningún tipo”.
Recordó que al comenzar su pontificado manifestó su intención de promover “una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado”.
Dirigiéndose a los sacerdotes, los animó a permanecer “reconciliados, unidos, transformados por el amor que brota abundantemente del Corazón de Cristo”. También los exhortó a avanzar “tras sus huellas, humildes y decididos, firmes en la fe y abiertos a todos en la caridad”, y a llevar “al mundo la paz del Resucitado, con esa libertad que nace de sabernos amados, elegidos y enviados por el Padre”.
Alrededor de 3 mil 600 religiosos participaron en la ceremonia, durante la cual se ordenaron 32 nuevos sacerdotes provenientes de 23 países.
A los recién ordenados, el papa les recomendó actuar con entrega en su labor. “Sean generosos, fervorosos en la celebración de los sacramentos, en la oración, especialmente en la adoración y en el ministerio, sean cercanos a su grey, donen su tiempo y sus energías a todos, sin escatimarse, sin hacer diferencias”.
Al referirse a los desafíos que enfrentan, advirtió sobre ciertos modelos que ofrece el entorno. “Nuestro mundo propone muchas veces modelos de éxito y prestigio discutibles e inconsistentes”, señaló, y les pidió que “no se dejen embaucar por ellos”.
Finalmente, cerró su mensaje con una exhortación: “Miren más bien el sólido ejemplo y los frutos del apostolado, muchas veces escondido y humilde, de quien en la vida ha servido al Señor y a los hermanos con fe y dedicación, y mantengan su memoria con su fidelidad”.
