Hilda Tenorio la histórica, la primera, la única

Hilda Tenorio la histórica, la primera, la única
Hilda Tenorio la histórica, la primera, la única
Hilda Tenorio la histórica, la primera, la única
Hilda Tenorio la histórica, la primera, la única
Autor: Por Óscar Tapia Campos / Noventa Grados | Fecha: 4 de Marzo de 2021 a las 07:35:00

Morelia, Michoacán., 04 de marzo del 2021.- La vi nacer como torera y no creí en ella. 
Era una niña de una aparente fragilidad a la que no le vi tamaños para ser figura, para sembrar las zapatillas ante la cara de los toros, para lidiar con todas las truculencias que hay en un mundo en el que imperan los hombres, para sobreponerse a los baños de sangre que, irremediablemente, le han de llegar a quienes son picados por el mal de montera.
No creí en ella, qué equivocado estuve.


Pronto me convertí en su admirador, porque aquella niña desplegó arte y valor, porque sacó fuerzas de flaqueza en momentos de apremio, porque inmediatamente se dio cuenta que ser torera no es un asunto lúdico, porque sus baños de sangre fueron impresionantes y no se acobardó, porque siempre ha levantado la cara en toda circunstancia, porque como dijo el poeta “se dobla, pero no se quiebra”.
Seguí todos sus pasos como niña torera, época en la que la llevó de la mano don Pepe San Martín, un taurino que de la fiesta de Cúchares sabe todo y todavía más; la colocó en todas las plazas del país, grandes y chiquitas, alternando con Juanito Chávez y con Joselito Adame, dos extraordinarios toreros, uno con más fortuna que el otro.


Y desde el principio les peleó las palmas, los oléeeees, las ovaciones, las orejas y los rabos. Fue entonces que advertí que allí, en Hilda Tenorio, estaba un fenómeno del toreo. 
Y ya no me equivoqué, allí estaba, allí está.
La vi triunfar como novillera, enfundada en sus trajes de luces, los que siempre ha portado con singular donaire. Aprendí entonces a juzgarla como torero, es decir que dejé de ver en ella los asuntos de género, y me centré en su condición de aspirante a matador de toros.
Siguió en su competencia codo a codo con Juanito Chávez y Joselito Adame, y surgieron entonces otros nombres importantes como Omar Villaseñor “El Torero de la Emoción”, Pepe López, Jorge Sotelo y muchos más.


Y ella, Hilda Tenorio Patiño, tan propia, tan torero, tan entera, tan dispuesta a dar la pelea sin que permitiera que los asuntos de amistad y paisanaje se volvieran piedras, cerraduras o cerrazones. Se sobrepuso a la maledicencia, a las suposiciones, a las diatribas, a los adjetivos, a todo. Aplicó aquella conseja que reza: “a palabras necias, oídos sordos”.
Porque se decía entonces que don Pepe San Martín le mandaba arreglar los novillos, que le echaban puros cómodos de cornamenta y de peso, que estaba sobreprotegida por su apoderado y maestro. Sin embargo, cuando uno veía salir del callejón los bureles, éstos eran tan enteros y tan tan, pero tan tan como los de los otros, y ella no daba nada por descontado, no se amilanaba, tejía su arte con capote, banderillas, muleta y estoque sin que le temblara ni una pestaña, sin que le brincaran las mejillas, sin que se le erizara el pelo.
Llegaron las cornadas grandes, las de doble trayectoria, las de más de 80 puntadas, las de intervenciones quirúrgicas en carne viva y sin anestesia, las de riesgos de vida. Llegaron las lesiones, las fracturas y, otra vez las dudas en quienes pensábamos que el mundo de los toros no es asunto de mujeres.


Pero ella no dudaba, ella no permitía que algo la hiciera pensar en el retiro, en el adiós. Al contrario, Hilda fortalecía cuerpo, mente, alma y espíritu en cada una de sus adversidades, y reafirmaba su idea de convertirse en matadora de toros, en figura de la fiesta más bella de todas las fiestas.
Y luego de mucho buscar, de mucho rogar, de mucho insistir llegó la fecha mil veces esperada, la tarde mil veces soñada, la del 28 de febrero de 2010, aquella en la que tomó la alternativa como matadora de toros, apadrinada por un grande, nada más, pero nada menos, que por Manolo Mejía, con Ruíz Manuel como testigo, en el coso más grande del mundo, en la Monumental Plaza de Toros México, en la que da y quita, en donde nunca antes se había doctorado una mujer, en la que jamás anteriormente se había alternativado un michoacano, en la que anteriormente, ni por asomo, una dama había cortado oreja como matador (o si usted prefiere, como matadora de toros).
Y esa tarde de su toma de alternativa sería la de su consagración, la que la ubicó de llenó en los anales de la historia del toreo mundial, porque es esa tarde dominguera de toros se convirtió en la histórica, porque triunfó, porque embelesó, porque fue la primera de todo el mundo en doctorarse ahí, es la y el primero de Michoacán en hacerlo, y en la primera matadora en tocar pelo, habida cuenta que le cortó una oreja al segundo de su lote, toro de nombre “Juanito” de la ganadería Austrique. El de su alternativa había sido el toro “Victorioso”.


Y a partir de entonces llegaron los triunfos grandes, pero también los tropezones, las rocas en el camino, las malas artes en su contra, las supersticiones que tanto dañan a una mujer en la fiesta de los toros, los celos machistas, los obstáculos infranqueables de ciertas figuras del toreo, las ganaderías que le niegan toros (que no se los quisieron vender ni más caros para el día de su doctorado en la México), los portazos en la cara; pero también la recontra confirmación de que no se va a dejar avasallar, de que no se va a quebrar, de que seguirá en su brega, en su lucha, en su sueño largamente acariciado y jamás debilitado por querer hacerse figura del toreo.
Sí, que no se diga que no, muchos toreros la han sacado de los carteles, le han negado la posibilidad de alternar con ellos, le han puesto toda clase de peros, y han condicionado sus inclusiones en las papeletas.


Pero Hilda Tenorio, la Dama Grácil del Toreo, La Primera, La Histórica, La Abogada, no se arredra, no desfallece, no se achicopala, y no ceja en su empeño de ascender a lo más alto de la cúspide, porque se sabe dueña de un doble don que Dios le dio: ser artista y ser valiente.
Y está allí para lo que venga sin importarle si sus alternantes quieren o no sortear, sin que la paralice el saber que no quieren torear con ella porque dicen que lleva ventajas por ser mujer, siendo que los toros no saben de cuestiones de género, ni de estados de ánimo.
Hilda Tenorio está puesta y dispuesta para todos los carteles, eso lo ha demostrado desde su infancia, desde niña torera, desde que el 11 de junio de 1986 debutó como novillera, desde hace 11 años (los que se cumplieron el domingo próximo anterior) que se doctoró matadora de toros, desde siempre y para siempre.


Sí, me equivoqué al principio con ella, pero pronto recapacité, como es de esperarse que recapaciten todos los hombres y los no tan hombres de la fiesta brava, para que crezcan al lado de una torera (o torero, si usted así lo prefiere) de época. Total, ¿qué tanto es tantito? 
La vi nacer como torera y no creí en ella. 
Mas como la miré crecer, sé de qué está hecha, y tengo la certeza de que habré de verla a la altura de la cima. Hoy, en tiempo de pandemia, y después de la cornada en el paladar que le destrozó todo el rostro, Hilda Tenorio se prepara con la mirada puesta en México, España y los demás países taurinos. ¡Sí, señor; sí, señora! Así sea.

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